Andar 40 minutos tres d?as a la semana aumenta el tama?o del hipocampo. Tambi?n eleva los niveles de factor neurotr?fico derivado del cerebro.
No hay que parar quieto, se tenga la edad que se tenga, sobre todo si se desea mantener ‘intactos’ los recuerdos. No es la primera vez que un estudio constata que el ejercicio f?sico ayuda a preservar la memoria, pero s? es de los pocos en los que han intervenido pruebas de imagen cerebrales para constatar que el deporte aumenta el volumen de las zonas cerebrales relacionadas con esta funci?n cognitiva.
Arthur Kramer, autor principal del estudio y director del Instituto Beckman en la Universidad de Illinois (EEUU), asegura que «los datos obtenidos son particularmente interesantes porque constatan que incluso peque?as cantidades de ejercicio realizadas por las personas mayores sedentarias pueden mejorar sustancialmente la memoria y la salud cerebral . Y esta mejor?a puede tener importantes implicaciones en la salud de los ciudadanos de las naciones en las que el envejecimiento se est? expandiendo.»
De la misma opini?n se muestra Julio Sanjuan, del Centro de Investigaci?n Biom?dica en Red de Salud Mental (Cibersam), quien en declaraciones a ELMUNDO.es reconoce que «la investigaci?n, realizada con la metodolog?a correcta, es muy interesante».
El deterioro del hipocampo (la estructura del cerebro que involucra la formaci?n de todos los tipos de memoria) se reduce un 2,1% anual en los adultos mayores sin demencia, y esta p?rdida de volumen aumenta el riesgo de deterioro cognitivo. «Las estrategias para combatir el deterioro del hipocampo y, por tanto, de la memoria, se han convertido en un tema prioritario en los ?ltimos a?os desde la perspectiva cient?fica y de salud p?blica. La actividad f?sica, como el ejercicio aer?bico, se ha convertido en un tratamiento prometedor de bajo coste que mejora la funci?n neurocognitiva y que es accesible a todas las personas mayores sin contraindicaciones espec?ficas», destacan los autores en su estudio, publicado en ‘Proceedings of the National Academy of Science'(PNAS).
Un 2% m?s de volumen cerebral
En el trabajo han participado 120 personas con m?s de 55 a?os, sedentarias y sin demencia. La mitad de ellas anduvo 40 minutos al d?a, tres veces por semana; mientras que el otro grupo se limit? a realizar ejercicios tonificantes. Antes y despu?s de esta intervenci?n todos los participantes se sometieron a una resonancia magn?tica.
Los datos revelan que las personas que practicaron ejercicio «experimentaron un aumento del volumen del hipocampo izquierdo y derecho del 2,12% y 1,97% respectivamente durante el primer a?o de entrenamiento, mientras que el grupo control obtuvo una disminuci?n de esta zona cerebral de entre el 1,40% y 1,43%, en el mismo periodo de tiempo», se insiste en la investigaci?n.
Se suman a ellos los obtenidos en los test de memoria espacial. Las pruebas que se realizaron a ambos grupos en tres intervalos de tiempo destacan que aqu?llos que realizaron ejercicio mejoraron en la funci?n de la memoria, un beneficio asociado al incremento del tama?o del hipocampo. Asimismo, se evaluaron ciertos biomarcadores asociados con la salud cerebral, como el factor neurotr?fico derivado del cerebro (BDNF, sus siglas en ingl?s), cuyos niveles en sangre aumentaron de forma significativa entre los que caminaron tres veces a la semana.
Plasticidad cerebral
El cient?fico Kramer y su equipo resumen el estudio alegando que «el hipocampo sigue siendo pl?stico a finales de la edad adulta y que el ejercicio moderado es suficiente para mejorar su volumen. Lo que se traduce en una mejora de la funci?n de memoria y en una mayor concentraci?n de BDNF. Estos resultados indican claramente que el ejercicio aer?bico es neuroprotector y que iniciarlo en la edad adulta es ?til para mejorar o aumentar la cognici?n o el volumen cerebral».
Para el doctor Sanjuan es «curioso que no se mencione que esta funci?n del ejercicio sobre el hipocampo y el BDNF, es exactamente la misma que realizan los f?rmacos antidepresivos; de hecho, el ejercicio f?sico es un reconocido tratamiento preventivo en algunas depresiones. Tambi?n la psicoterapia puede modificar la neuroimagen cerebral (funcional y morfometr?a). Es decir, que los datos en conjunto sugieren que hay una gran plasticidad cerebral que puede modificarse por diferentes v?as: como la qu?mica (antidepresivos); con la palabra (psicoterapia) o, simplemente, con el ejercicio f?sico».
El sue?o es algo tan necesario como misterioso. El cerebro debe descansar cada cierto tiempo y cuando no lo hace lo suficiente sufre alteraciones. Poner la cafetera sin agua, la lavadora sin detergente…
Peque?os fallos que, seg?n una investigaci?n, pueden deberse a que nuestras neuronas, cuando est?n cansadas, entran en cortos estados de letargo de manera individual. Un descubrimiento que combate la idea de que el cerebro duerme como un todo.
«Si permanecemos despiertos demasiado tiempo, estamos cansados y varios estudios han demostrado que hay lapsus de atenci?n, toma de malas decisiones y fallos frecuentes en pruebas cognitivas, incluso cuando el sujeto no se siente especialmente adormilado», explican los autores del trabajo en las p?ginas de la revista ‘Nature’.
Los estudios muestran que en esos momentos hay cambios en la fisiolog?a cerebral, tal y como refleja el encefalograma y las pruebas de imagen, pero «los cambios en la actividad neuronal apenas se conocen», se?alan. Para averiguarlo, implantaron peque?os electrodos en la corteza motora frontal y en la corteza parietal de 11 ratas y monitorizaron la actividad de varios grupos neuronales.
Privando a los roedores del sue?o, los investigadores observaron un curioso fen?meno. A pesar de que estaban visiblemente despiertas, algunas de las neuronas de las ratas mostraban patrones de actividad el?ctrica caracter?sticos del sue?o (menor y m?s s?ncrona). Incluso dentro de un grupo neuronal medido con el mismo electrodo, algunas c?lulas dorm?an durante unos instantes.
«Esto suced?a en unas pocas neuronas», explica Chiara Cirelli, catedr?tica de Psiquiatr?a de la Universidad de Wisconsin-Madison (EEUU). «Por ejemplo, de 20 c?lulas monitorizadas en un experimento, 18 se mantuvieron despiertas. Las otras dos mostraban signos de estar dormidas», a?ade la autora.
Estas peque?as siestas selectivas eran m?s frecuentes cuanto m?s tiempo pasaba el roedor despierto y se asociaron con un aumento en los errores cometidos por los animales en una sencilla prueba (conseguir una bolita de az?car). «Aunque ?sta es la conclusi?n m?s especulativa del estudio -subraya un art?culo que acompa?a al trabajo- los datos obtenidos por los autores proporcionan una base para comprobar esta hip?tesis».
Este descubrimiento profundiza un poco m?s en los misterios del sue?o. Este mecanismo podr?a ser un signo de mala adaptaci?n pero tambi?n una evoluci?n positiva, como ya se ha observado en otros animales, por ejemplo las orcas, que descansan un hemisferio cerebral mientras el otro permanece activo para poder mantenerse a flote.
El sue?o de los ni?os, al igual que la alimentaci?n y los buenos h?bitos, nos garantizan que crezca correctamente, en consecuencia su cerebro, fundamentalmente, tambi?n se desarrollar? correctamente.
Los h?bitos de alimentarse y dormir son los m?s importantes y cambian seg?n la cultura del lugar donde se transmite; nosotros los argentinos y en general los occidentales tenemos ciertas costumbres que los orientales cambian, por ejemplo comemos con cubiertos y sentados a una mesa, los orientales comen en tazones y con palillos; pero es importante que en cuanto al sue?o seamos consientes que la biolog?a manda y debemos respetar la naturaleza de nuestro organismo, el ni?o en el primer a?o de vida debe dormir entre once y doce horas por cada veinticuatro. Y a partir de los seis o siete meses debe dormir en su cuna o cama s?lo y sin luz ni ruidos como m?sica, radio o televisor.
Como es un h?bito debe adquirirse progresivamente, como lo es aprender a comer y a moverse, para esto el ni?o debe reconocer las se?ales que los padres con seguridad les transmitan, por ejemplo: llegado el momento de dormir lo anticipa un ba?o relajante, una leche tibia, un ambiente familiar relajado, libre de ruidos fuertes, que conduzcan al ni?o a su habitaci?n con luz tenue y que luego se apagar?, con caricias y susurros, invitarlo a dormir; el sue?o debe realizarse sin fragmentaciones, osea sin despertares hasta la ma?ana, sin llanto y sin otros s?ntomas que indiquen enfermedad como ronquidos, ahogos, v?mitos, gritos, llanto, dolor, sobresaltos, etc.
El momento del sue?o es primordial para el desarrollo del cerebro, este nace inmaduro, es un ?rgano que nace ?vido de aprender y cada aprendizaje deja una impronta en su arquitectura, el sue?o se encarga de cementar lo aprendido durante el d?a, as? el ni?o recuerda las distintas caras que conoci?, los diferentes aromas a los que fue expuesto, el sabor de distintas comidas que mam? prepar?.
Por el contrario un ni?o que no durmi? respetando cantidad de horas, horario nocturno, y sin despertares es un ni?o que en lo sucesivo va a tornarse irritable, distra?do, con cambios en su conducta y emociones; esto tampoco sucede por no dormir bien una noche, esto sucede si los h?bitos, o sea la costumbre repetitiva de los actos del dormir, no son los adecuados y se convierte en un mal h?bito, por lo tanto estamos hablando de cronicidad, mucho tiempo desuceder lo mismo.
As? como vemos cambiar en el tiempo la conducta del ni?o, interiormente el cerebro tambi?n cambia porque al no dormir correctamente se estresa, no crece adecuadamente y por lo tanto, m?s tarde evidencia ese estr?s con s?ntomas deficitarios del aprendizaje.
Como ven, dormir bien nos asegura un ni?o sano, conductualmente y emocionalmente; es la obligaci?n de los padres proveer esta posibilidad de buen h?bito de vida y es el derecho del ni?o poder crecer sano para desarrollarse como un adulto sano.